Segunda casa by Rachel Cusk

Segunda casa by Rachel Cusk

autor:Rachel Cusk [Cusk, Rachel]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2021-01-01T00:00:00+00:00


Kurt anunció que había decidido ser escritor. Quería empezar a escribir un libro de inmediato. Le había oído decir a un escritor que lo mejor era escribir con papel y bolígrafo, porque el movimiento muscular de la mano favorecía la construcción de las frases, y decidió seguir ese consejo. Pidió que le compraran varios bolígrafos y dos tacos de folios la próxima vez que alguien fuera a la ciudad. Le dije que podía utilizar el estudio del piso de abajo si quería, que era un sitio tranquilo y que no usaba nadie. En el estudio había una mesa de buen tamaño puesta de espaldas a la ventana: creía que la mayoría de los escritores coincidían, dije, en que era mejor no tener nada que mirar.

Como atuendo para su nueva carrera Kurt eligió una bata larga de terciopelo negro, una boina escocesa roja echada hacia atrás y, como toque final, unas alpargatas sin calcetines. Iba solemnemente al estudio calzado con esas alpargatas, un taco de folios debajo de cada brazo y los bolígrafos en el bolsillo de la bata y cerraba la puerta. Un día, al pasar por delante de la ventana, vi que había puesto la mesa mirando hacia el jardín y la arboleda, para ver y ser visto por todo el que pasara. Allí lo veías en la ventana al salir y allí volvías a verlo al entrar. Tenía una expresión muy triste, con la mirada perdida a lo lejos, y si por casualidad sus ojos se encontraban con los tuyos fingía no conocerte. Yo no estaba segura de si su intención —lejos de esconderse— no era en parte llamar la atención, en concreto la de Justine, y vigilarla al mismo tiempo, porque ella ahora pasaba mucho tiempo con Brett al aire libre. Hacían un montón de cosas juntas: ejercicio, pintar acuarelas y hasta tiro con arco con un arco de madera antiguo y precioso que Brett había encontrado en un rastrillo de la ciudad y había arreglado y limpiado, y como seguía haciendo un tiempo suave y sin viento, estaban casi siempre en el césped o a la sombra de los árboles, bajo la torva mirada de Kurt. Varias veces salieron con el barco de Tony y pasaron el día fuera mientras Kurt se quedaba en su ventana, a pesar de que lo invitaron a ir con ellas. Kurt se había convertido en una especie de icono congelado en un marco que nos reprochaba a todos nuestra trivialidad y nuestra forma de perder el tiempo.

Pasando la mayor parte del día en el estudio, Kurt se declaraba efectivamente ocupado con asuntos de un orden superior a remendar vallas o cortar el césped, y su relación con Tony se diluyó muy deprisa. Era a L a quien Kurt identificaba ahora como aliado natural. A veces los veía al caer la tarde, paseando por la arboleda y charlando, aunque no sé cómo surgieron estas conversaciones ni quien las iniciaba. Oía que Kurt le contaba a Justine que había estado hablando con



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